Ya es la segunda vez que visito este país y las dos veces además de superar mis expectativas, me vuelvo con los mismos temas en la cabeza: su “triste” historia de guerras, el gran espíritu religioso y la fuerte identidad polaca que desprenden sus ciudadanos. Todos estos temas correlativos pues una cosa llevó a la otra.
La primera conclusión que saco es que tiene que ser muy difícil estar entre dos “grandes” potencias: Rusia y Alemania. Y es que parece que en el momento en el que te anteponen el adjetivo “gran”siempre buscas más, y ellos querían a Polonia, que ocupada por unos y otros parece que al final se ha hecho un hueco. Un hueco que inevitablemente se tiene que llenar con todo lo vivido…cómo lidiar con eso!
Pues primero, con mucha espiritualidad. La mayor suerte que se puede tener es ir de visita a un país conociendo gente, teniendo amigos de allí, como nos pasó en este caso. Y eso viene a cuenta porque al hablar con gente de mi edad una de las cosas que más me sorprendió fue el cambio de perspectiva, la importancia, que en general, tiene la religión en la gente joven, que para ellos representa la fuerza del cambio y de la revolución. Sorprende viniendo de un país en el que la religión fue la conquistadora. En este caso, tenemos que darle la vuelta a la tortilla, y es que uno de los grandes opositores al régimen comunista impuesto por Rusia fue el sindicato Solidarnośćmuy vinculado con la iglesia. La iglesia está por todas las esquinas, ejemplo de ello dan las miles de estatuas de Juan Pablo II que se descubren a cada paso, incluso a 150 metros bajo tierra! (Juan Pablo II da nombre a una de las cámaras de las minas de sal de Wieliczka en Cracovia)
Polonia se agarró a la fe. Tal vez sea muy difícil confiar en alguien cuando los que has conocido han querido abusar de ti. Lo eligieron como campo de batalla en una terrible guerra mundial donde dos regímenes terribles se la quisieron disputar. Primero parece que se la iban a quedar los nazis quienes se llevaron por delante a todo el que veían por delante, y después, llegaron a “salvarlos” los rusos, quienes se quedaron raptando su futuro hasta casi los noventa.
La competencia con Alemania sigue, creyendo que los menosprecian; con Rusia, no quiero ni contar los esfuerzos que se hacen para borrar cualquier huella que quede de ellos, y además, están los judíos, que según algunas voces amigas, sigue quedando algún rencor por las supuestas negociaciones de poder que hicieron con los mandatarios rusos después del exterminio. Queda una mala sensación de por qué el exterminio polaco, que dicen que ocurrió bajo la ocupación alemana, no ha sido tan reconocido como el exterminio judío.
Los polacos están escribiendo su propia historia con las heridas aún muy abiertas. Son varias cosas las quedan pendientes, aún hay muchos rencores y rabia acumulada, tal vez por eso, y dentro de la modestia opinión de alguien que intenta poner orden lo que ha vivido en dos fugaces visitas, quedan algunos movimientos demasiado fuertes que se enfrentan buscando respuestas: los partidos ultracatólicos, que incluso quisieron acusar a los comunistas del reciente accidente aéreo en el que murió uno de los hermanos Kaczynski, los neonazis y el antisemitismo judío, por ejemplo. Supongo que poco a poco se calmarán y buscarán su futuro de una manera más calmada. Espero que les dejemos, porque ahora esta Europa, que da un poco de miedo.
O post Polonia (II): Historia, religión e identidad aparece de primeiro en Equipaxe de Man.